El bienestar no se trata solo del cuerpo: también abarca nuestras emociones, pensamientos y vínculos. Somos seres biopsicosociales, una combinación única de cuerpo, mente y relaciones. Por eso, atender nuestra salud mental implica cuidar de todo lo que nos compone: descansar, movernos, alimentarnos bien, disfrutar del tiempo libre y, sobre todo, conectarnos con otros.
La salud mental es ese estado de equilibrio emocional y social que nos permite afrontar los desafíos de la vida cotidiana, reconocer nuestras capacidades y adaptarnos a los cambios. No es un estado fijo: se mueve y se transforma junto con nuestras experiencias. Cada persona vive este equilibrio a su manera, y por eso es tan importante escucharnos y reconocer qué necesitamos para estar mejor.
Hoy sabemos, gracias a la neurociencia, que lo que sentimos influye en nuestro cuerpo, y que nuestro cuerpo también influye en lo que sentimos. Dormir bien, alimentarse de forma equilibrada y moverse con regularidad no solo benefician la salud física: también mejoran el estado de ánimo y la capacidad de concentración. Incorporar pausas, practicar respiración consciente o simplemente disfrutar de un momento de ocio ayuda a reconectar con el presente y fortalecer el bienestar mental.
Nuestros pensamientos tienen un impacto directo en cómo vivimos. Cuidar el diálogo interno (ese que a veces puede ser demasiado exigente) es clave para mantenernos en equilibrio. Cultivar pensamientos amables hacia uno mismo y hacia los demás puede marcar una gran diferencia.
No nacimos para vivir aislados. Los vínculos sociales son esenciales: compartir, conversar y reír nos conecta con lo más humano de nosotros. Sentirnos acompañados, encontrar contención y disfrutar de espacios compartidos son formas concretas de cuidar la salud mental.
La salud mental también se refleja en cómo organizamos nuestra rutina. Estudiar de manera saludable implica hacer pausas, descansar y evitar la autoexigencia excesiva.
En el ámbito laboral, mantener un equilibrio entre las responsabilidades y la vida personal, poner límites cuando es necesario y fomentar relaciones respetuosas son claves para el bienestar integral.
A veces, la mejor forma de cuidarnos es pedir ayuda profesional. La terapia es un espacio para entender qué nos pasa y cómo construir una vida más consciente y plena.
Hablar de salud mental sin miedo ni prejuicios es un paso importante para romper estigmas y crear espacios de escucha y acompañamiento.
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