En el año 1918, cuando se produce la gran huelga estudiantil, conocida como Reforma Universitaria de Córdoba, eran sólo tres las facultades que componían la Universidad Nacional de Córdoba. Estas eran, en orden de creación, las que hoy se denominan Facultades de Derecho, de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y la de Medicina.
Es justo reconocer que ya habían habido chispas reformistas en diferentes universidades latinoamericanas, como en Chile, Uruguay y en la misma Universidad de Buenos Aires, aunque son los sucesos de Córdoba, por su magnitud, los que impactaron en decisiones concretas por parte del entonces Presidente argentino, Hipólito Yrigoyen, alcanzando su máxima intensidad el 15 de Junio, en que los estudiantes ocupan el rectorado y llaman a la huelga universitaria. Las ideas reformistas ya habían anidado en los jóvenes espíritus de los estudiantes de varias casas de altos estudios de la región, siendo esa la razón por la que a posteriori de los eventos de 1918, los principios reformistas fueron instalándose en las universidades de la región, de un modo relativamente rápido. A pesar de todo, y luego de una cuestionada elección, el 17 de Junio, asume el Rector Antonio Nores, el cual es desconocido por el estudiantado.
Los estudiantes Enrique Barros, de Medicina e Ismale Bordabehre (Exactas) ingresan a la oficina del Rector y le exigen la renuncia, hasta que ante la inminencia de la presencia policial, escapan por una ventana.
La huelga finaliza sin haber logrado en lo inmediato, su propósito, aunque algunos años después, las ideas reformistas irán concretándose hasta ser incorporadas al quehacer de la centenaria universidad.
Las reivindicaciones reformistas bregaban por la renovación de las estructuras universitarias, nuevas metodologías de estudio y enseñanza, el razonamiento científico frente al dogmatismo, libre expresión del pensamiento, el compromiso con la realidad social y la participación del claustro estudiantil en el gobierno universitario.
De tal modo, se concretan a futuro el cogobierno estudiantil, la autonomía universitaria, la docencia libre, la libertad de cátedra, el mecanismo de concursos con jurados estudiantiles, la Investigación como función de la universidad, la extensión universitaria y el compromiso con la sociedad.
102 años han transcurrido desde aquella gesta por la que se nos identifica en el mundo y el cogobierno, los concursos, la universidad laica, la gratuidad son realidades, al igual que las banderas de entonces, pero hoy, en este año 2020, en plena pandemia de COVID19, quiero referirme específicamente a los tres últimos conceptos mencionados en el párrafo anterior. La investigación, la extensión y el fuerte compromiso social de la Universidad de Hoy.
En la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales se desarrollan diferentes saberes, expresiones y espacios, aunque todos ellos convergen en que es la Sociedad a la que pertenecemos y que nos sostiene, la principal destinataria de todos nuestros esfuerzos. Es por eso, que esta terrible contingencia nos encuentra trabajando, una vez más, y como siempre, por y para la Comunidad.
Se fabrican máscaras faciales para hospitales públicos, se trabaja en proyectos sobre respiradores y modelos de propagación de contagio basados en dispositivos telefónicos móviles, se cuenta con una base de datos de centenares de voluntarios dispuestos a trabajar en lo que se les solicite. En la función docente no se perdió un solo día de clases, presentaron sus tesinas de fin de carrera de grado casi 100 estudiantes, hicimos dos colaciones de grado, y continuamos funcionando a pesar de las dificultades que impone el aislamiento social.
Aunque con dificultades, nuestra Facultad no se detuvo, sigue en pié, avanzando y haciendo de cada error y de cada dificultad un aprendizaje. Estaremos de pié cuando la amenaza se supere y ayudaremos a levantarse a los caídos del entramado social, que sabemos, no serán pocos. Entendemos que la investigación debe avanzar sobre los problemas de la gente y así contamos con profesionales de las diferentes áreas de nuestra facultad dedicados a la lucha contra la enfermedad. Entendemos también que la extensión se debe concretar en forma de soluciones, a partir de los saberes desarrollados en aulas y laboratorios.
Es así que este nuevo aniversario de aquella emblemática Reforma Universitaria, nos encuentra ya no pregonando aquellos principios, sino ejerciéndolos a través del empecinado cumplimiento de nuestra misión como Universidad Pública, como ejemplo de compromiso con el medio al que pertenecemos. Y por sobre todo, las acciones mencionadas son mérito del conjunto de personas, docentes, nodocentes, estudiantes y graduados, que se esfuerzan día a día, para que esta situación no nos doblegue.
Hacemos propias, una vez más, aquellas frases del Manifiesto Liminar, el que suena con más vigencia que nunca
“ … contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.”