La bandera argentina es mucho más que un símbolo: es testimonio de nuestra historia y representa la unión, la libertad y la identidad de todo un pueblo. Fue izada por primera vez el 27 de febrero de 1812, a orillas del río Paraná, durante la gesta independentista de las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata. Manuel Belgrano la creó como un emblema para distinguir a las tropas criollas de las fuerzas realistas, marcando así un hito en el camino hacia la independencia.
Sus colores, el celeste y el blanco, evocan el cielo y los ideales de pureza y justicia que impulsaron a nuestros próceres. En 1816, poco después de la declaración de la independencia, el Congreso de Tucumán la adoptó oficialmente como símbolo patrio.
En 1938, el Congreso Nacional instituyó el 20 de junio como Día de la Bandera en memoria de Belgrano, reconociendo su rol clave en la construcción de nuestra Nación. Desde entonces, cada año, millones de argentinos renuevan su compromiso con los valores que representa, participando de actos, promesas de lealtad y celebraciones a lo largo y ancho del país.
Hoy, la bandera sigue flameando como un recordatorio de nuestra historia común y de la esperanza de un futuro unido y solidario.
“Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”
Además de su contribución militar, Belgrano fue defensor de la educación, la industria nacional, la justicia social y los derechos de los pueblos originarios. Su legado incluye el impulso a la libertad y la construcción de una nación basada en principios democráticos y solidarios.