El 29 de mayo de 1969, la ciudad de Córdoba se convirtió en el epicentro de una de las más importantes y recordadas manifestaciones obreras y estudiantiles en la historia argentina: el Cordobazo. Este levantamiento popular marcó un punto de inflexión en la lucha contra la dictadura de Juan Carlos Onganía y tuvo repercusiones profundas en el escenario político y social del país.
La chispa que encendió el Cordobazo fue la implementación del "Decreto 252/69", que recortaba beneficios laborales, y la represión a las protestas. Las organizaciones sindicales, lideradas por Agustín Tosco, Elpidio Torres y Atilio López, convocaron a una huelga general en Córdoba para el 29 de mayo. Lo que comenzó como una protesta laboral se transformó rápidamente en una insurrección masiva.
Miles de obreros y estudiantes tomaron las calles, enfrentándose a las fuerzas de seguridad. Los manifestantes levantaron barricadas, ocuparon fábricas y bloquearon las principales avenidas de la ciudad. La respuesta del gobierno fue brutal, con una fuerte represión policial y militar que dejó un saldo de varios muertos, cientos de heridos y detenidos.
El Cordobazo tuvo un impacto significativo en la política argentina. Demostró el poder de la movilización popular y debilitó seriamente al gobierno de Onganía, que se vio forzado a reconsiderar sus políticas represivas. Este evento inspiró otras manifestaciones en distintas partes del país, conocidas como "azos", que continuaron desafiando al régimen militar.
A nivel internacional, el Cordobazo fue un símbolo de resistencia y lucha por los derechos laborales y civiles, y se convirtió en un referente para movimientos similares en América Latina.
Hoy, el Cordobazo es recordado como un acto de valentía y resistencia. Desde hace 55 años sigue siendo un símbolo de la lucha por la justicia social y los derechos de las y los trabajadores. La memoria de aquellos días de mayo de 1969 permanece viva en la conciencia colectiva, recordándonos la importancia de la unidad y la lucha por un futuro mejor.