El movimiento conocido como Reforma Universitaria, de 1918, registra antecedentes en otras universidades del país y de Latinoamérica, no obstante fue en Córdoba, Argentina, en donde alcanzó particular intensidad, por lo que esta gesta nos identifica como Universidad, dentro y fuera de nuestras fronteras.
Los sucesos de 1918 no lograron en lo inmediato los cambios pretendidos, pero con el correr de los años, y en la medida de que los protagonistas fueron accediendo a posiciones de decisión, los cambios fueron produciéndose hasta llegar a la organización y espíritu de la Universidad actual, caracterizada por el cogobierno compartido entre los diferentes claustros, la autonomía universitaria, los concursos docentes y el reconocimiento de la Extensión y la Investigación como parte de la misión universitaria, entre otros logros que consolidan nuestro funcionamiento como Institución democrática. Este modelo de universidad, se replicó en innumerables instituciones de educación superior, particularmente en las de gestión pública.
En 1918 la Universidad Nacional de Córdoba contaba sólo con tres de las quince facultades que hoy la integran: la actual Facultad de Derecho; Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y la de Ciencias Médicas. Pertenecer al grupo de unidades académicas que protagonizó el cambio paradigmático más importante en la historia de las universidades latinoamericanas, representa una gran responsabilidad, que nos moviliza a trabajar para sostener la vigencia de la Reforma Universitaria y que siga siendo el motor de futuros cambios, que nos acerque entre las y los integrantes de nuestra Comunidad y con la Sociedad a la que pertenecemos.
La democracia de nuestra Universidad alcanzó nuevas expresiones, como la gratuidad en un marco de excelencia, y más recientemente decisiones como el Compromiso Social Estudiantil y la elección directa de autoridades unipersonales, con las que nos constituimos en ciudadanos y ciudadanas de esta gran Casa de Altos Estudios.
Cada vez que se desarrolla una sesión de un Honorable Consejo Directivo, del Honorable Consejo Superior, una Asamblea Universitaria, y demás espacios de toma de decisión con representación de los diferentes estamentos, estamos cumpliendo con el mandato reformista.
Todo es perfectible y nuestro funcionamiento como universidad pública también lo es, por lo que debemos promocionar siempre el mejoramiento en el marco de las visiones que movilizaron a nuestros reformistas, hace más de un siglo.