Por Marcelo Sotelino
Las dos grandes guerras ocurridas entre 1914-1918 y 1939-1945 han demostrado las mayores desgracias que pueden generar el nacionalismo, racismo y xenofobia para la humanidad. Entre 1915 y 1923, la población armenia sufrió uno de los mayores crímenes de Lesa humanidad: El Genocidio armenio (u holocausto armenio). Entre las jornadas del 23 y 24 de abril, comenzaron a realizarse “..actos (...) perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Estas prácticas “buscan el exterminio no solo físico sino a través de todas las manifestaciones que caracterizan al grupo perseguido”.
Durante este período se estima que se diseñaron 26 campos de concentración desde dónde el Estado Imperial Otomano diseñó y planificó, desde las altas deportaciones masivas, torturas y muchas otras violaciones a los derechos humanos. Las extremas condiciones a las que fueron sometidas la población generó el descenso de 1.5 a 2 millones de personas.
A partir de estas injusticias, se acordó conmemorar esta fecha como recordatorio de la necesidad de seguir apostando por una igualdad cultural que promueve la tolerancia y el respeto a los fines de construir un mundo más inclusivo, justo atento a las particularidades de cada una de las personas que lo habitan.