A fines de 1939, Polonia conocería uno de los momentos más trágicos de su historia. Los alemanes ocuparon la totalidad de su territorio y casi inmediatamente comenzaron a utilizar a la población polaca como mano de obra esclava. En el caso de los judíos polacos, la situación sería peor: fueron confinados a zonas cercadas, denominados “ghettos” (espacios territorialmente pequeños para la cantidad de personas que allí eran concentradas). El mayor de estos ghettos fue el de Varsovia, adonde fueron enviados casi 400.000 judíos en 1940.
Inicialmente, el fin de estos guetos era aislar a la población judía de la “raza aria”. Entre los primeros 3 años de su existencia, el hambre, las enfermedades, las deportaciones a campos de concentración y de exterminio redujeron su población a 50000 habitantes. Bajo estas injusticias, se formó la necesidad de crear vínculos que permitieran resistir a tales penurias en la conciencia colectiva de los sobrevivientes. Así, se creó la Z.O.B (por su nombre en polaco Zydowska Organizacja Bojowa que significa Organización Judía de Combate), integrada principalmente por jóvenes. El objetivo del grupo era mantener la identidad judía. Para ello, desarrolló distintas estrategias que suponían prácticas sociales de resistencia, manteniendo vivas las tradiciones culturales, espirituales, religiosas. Además, se encargaba de coordinar espacios educativos tendientes a documentar lo que sucedía en el lugar.
En 1942, la Z.O.B propone desarrollar una nueva estrategia: La lucha armada. Sin embargo, todavía no están dadas las condiciones. Conforme pasan los días, los miembros de la agrupación buscan incorporar a nuevos compañeros/as, objetivo que se consigue rápidamente. A su vez, buscan entablar contacto con distintas fuerzas de resistencia polaca a los fines de conseguir apoyo logístico, instrucción militar y armamento.
Para el 19 de abril de 1943, la totalidad de la población judía estaba preparada y se levantó en armas. Pese a la fatiga de sus cuerpos por la hambruna y los malos tratos, los combatientes lucharon cara a cara contra los alemanes. La sublevación duró varios días, combatiendo desesperación y heroísmo, porque sabían que si perdían, no habría día después. Lamentablemente, la provisión de armas y la fatiga por falta de alimentos, no pudo hacer frente a la maquinaria bélica alemana. Sin embargo, pese a esta desigualdad , el ejército nazi sufrió gran cantidad de pérdidas, obligándolo a retroceder en varias ocasiones. El 8 de mayo, la mayor parte de los combatientes se habían concentrado en el bunker central del ZOB, en la calle Mila 18 y murieron en un feroz enfrentamiento que se prolongó hasta el 16 de mayo, cuando la rebelión fue oficialmente sofocada.
Pese al final de la rebelión, el levantamiento de Varsovia merece ser recordado a los fines de decir NUNCA MÁS a los horrores de Lesa Humanidad. Para eso, “sabedores que la memoria puede viajar muy lejos y llegar donde nadie piensa o imagina…” se recuerda a esta fecha como un símbolo en contra la opresión, la intolerancia y la defensa de la dignidad humana, siendo este un símbolo de la libertad.
En este día recordamos a quién fuera graduado y docente de nuestra Facultad, como así también último sobreviviente del holocausto en Córdoba, Edgard Wildfeuer. Dedicó su vida a contar su historia y el horror de sus días como prisionero en el campo de exterminio de Auschwitz. Edgard, en el año 2015 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la UNC por su compromiso con la memoria.