Por Marcelo Sotelino, profesor de historia y nodocente FCEFyN.
Es sabido que durante la segunda mitad del siglo XIX, el frenesí europeo por conquistar nuevos mercados en dónde puedan monopolizar sus influencias políticas y económicas generó un fuerte desajuste en las viejas formas de comercialización desarrolladas en los países periféricos. En ese marco, los territorios que actualmente forman parte del territorio Argentino, se veían como una zona de fuerte intercambio dónde los comerciantes ingleses y franceses se peleaban por obtener el monopolio de privilegios económicos.
En términos políticos, el ex-virreinato del Río de la Plata, luego de las campañas de independencias, los intereses de los distintos sectores dominantes generó un clima dónde sobresalía la marcada autonomía de cada una de las provincias de la región. El escenario se completaba con un pacto firmado en 1931 (El pacto federal) que delegaba a Bs. As. la capacidad de decisiones extranjeras. En el resto de las cuestiones administrativas, la autonomía administrativa y militar producían un clima de guerra civil que muchas veces llevada se materializaba en enfrentamientos Bélicos locales. Así, es evidente como todo este contexto generaba complicaciones en materia de defensa local ante posibles invasiones.
Este clima no sólo se enmarcaba en el territorio de las provincias unidas del Río de la Plata; además, se trasladaba a territorios fronterizos. Así, 1945, Buenos Aires, encabezado por el gral. Juan Manuel de Rosas decide tomar posicionamiento en la guerra civil que se desarrollaba entre los caudillos uruguayos más importantes: Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. Mientras el último era ayudado por Brasil, Oribe acudió a Rosas quién envió tropas y armamento. Con esta ayuda, Oribe invadió el Uruguay y sitió la ciudad de Montevideo.
Esta alianza/ayuda en la guerra civil uruguayo, permitió que, bajo el lema de “defensa a la autodeterminación uruguaya” el Reino Unido y Francia quisieran intervenir en el conflicto. El resultado fue el apoyo de las potencias europeas y Brasil al "Gobierno de la Defensa" quienes se ofrecían como mediadores de paz. Paralelamente, se le daba un ultimátum a Rosas para retirar sus tropas,quién ignoró la advertencia.
El plan para frenar la flota combinada fue construir una serie de baterías costeras artilladas. A su vez, el general Mansilla solicitó al juez de paz sampedrino Benito Urraco que le informara sobre el armamento existente y la población de entre 15 y 70 años, y que pusiera en estado de asamblea a la milicia activa. Para ese entonces, las autoridades bonaerenses tenían conocimiento sobre la superioridad tecnológica-militar de Francia y el Reino Unido por lo que procedieron a cortar el río cruzando gruesas cadenas a lo ancho del río, procedieron de inmediato al ataque.
El resultado es complicado de analizar: Por un lado, las cadenas fueron cortadas y las bajas de las tropas nacionales fueron diez veces mayores y los agresores lograron avanzar cortando las cadenas. Por el otro, La batalla tuvo gran difusión en toda América generando sentimientos de solidaridad con las medidas desarrolladas por el gobierno de Buenos Aires. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron y el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación. Sumado a ello, Francia e Inglaterra vieron un ambiente más hostil para la comercialización de sus productos manufacturados, a tal punto que en algunas regiones no se acepten sus mercancías. Tal es así que este contexto, sólo fue modificado por los tratados de paz alcanzados recién en 1849 y 1850.
Ante todo lo expuesto, se entiende cuál es el principio que subyace a este conflicto: Por un lado, la valentía del pueblo de la confederación pese al conocimiento sobre el arrasador potencial bélico de sus enemigos. No es menor esto, pues recordemos que en el siglo XIX el argumento europeo era la pólvora y la esclavitud. Estos, habían logrado refinar al extremo los métodos expansionistas y destructivos. Pese a ello, la población soportó, y mucho. Tanto fue la resistencia de la población que a San Martín escribía desde su exilio estas palabras de orgullo:
“...De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en íntima convicción no sería un momento dudosa en nuestro favor si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España.”
Por otro lado, estas palabras, dejan entrever otro motivo que vuelve trascendental recordar esta fecha: es una hermosa manera de homenajear a todas aquellas personas que lucharon y dieron su vida, en un acto solidario, por reafirmar los valores heredados durante las campañas de independencia: