Las personas en situación de discapacidad son, ante todo, personas. Parece una frase obvia, pero hace falta tenerla presente para considerar no sólo sus derechos, sino también para reconocernos como una gran aldea llamada humanidad en la que no hay un “ellos y nosotros”: TODOS somos personas, con nuestras particularidades. Han existido y existen muchas maneras de entender y abordar la discapacidad. Personalmente adscribo a aquella posición que sostiene que todas las personas somos diversas funcionalmente: mientras unas personas se desplazan con sus piernas, otras lo hacen con sus manos accionando una silla de ruedas, y mientras unas personas perciben el mundo por medio del tacto, el oído y los aromas, me atrevo a decir que perciben mucho más que otras que lo hacen sólo con sus ojos.
Ahora, ¿qué tiene que ver esto que estoy diciendo con la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, si pareciera que está más cerca de la Facultad de Filosofía? En algún momento se planteó algo llamado normalidad, que es muy útil y práctico en el proceso de diseño: sirve para que una gran mayoría -considerada normal-, pueda utilizar algún producto o servicio. Entonces, los diseñadores utilizan estos criterios y medidas normales y listo, se aseguran de que sirva para la mayoría. La letra chica de esta receta es que una buena parte –considerada anormal porque no entra dentro de esta lógica- queda afuera… y quiénes quedan dentro o fuera de esta norma, dependerá de cada sociedad.
Según la Organización Mundial de la Salud en su documento de la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y la Salud, la condición de discapacidad depende de factores contextuales, que pueden ser ambientales o personales. Dentro de los factores ambientales, hay facilitadores (como aspecto positivo) o barreras/obstáculos (como aspecto negativo).
Como universidad, formamos profesionales que no sólo dan respuestas a necesidades, sino que diseñan y modelan el mundo, creándolo continuamente y generando facilitadores o barreras de acuerdo a lo aprendido. Creo firmemente que si enfocáramos la docencia, investigación y extensión en virtud de una mirada de diversidad funcional, lograríamos una sociedad más tolerante, más empática y donde no se piense que todos somos iguales, sino que todos tenemos el derecho de ser distintos y que desde el diseño generemos facilitadores para que todos, sin que quede nadie afuera, podamos acceder a productos y servicios.
Prof. Mg. Ing. Diego Antonio Beltramone
Director Escuela Ingeniería Biomédica
Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales