El Día del Animal se celebra en Argentina todos los 29 de abril en conmemoración al fallecimiento de Ignacio Lucas Albarracín, un abogado que luchó por los derechos de los animales y que durante más de cincuenta años fue el primer secretario y presidente de la Sociedad Argentina Protectora de Animales.
En este día invitamos a Verónica A. Quiroga*, Bióloga y Doctora en Ciencias Biológicas e Investigadora del CONICET, a que nos cuente algunas cosas sobre su trabajo
En la época en la que yo estudié biología en la UNC, no había un grupo fuerte en Córdoba trabajando exclusivamente con ecología y conservación de mamíferos silvestres (que era una de las temáticas que me atraían e interesaban), por lo que me decidí a hacer mi tesina de grado en un laboratorio de la Universidad Nacional de Salta (UNSa). Allí me ofrecían hacer una tesina de grado estudiando la comunidad de mamíferos del recientemente creado Parque Nacional Copo, en el norte de Santiago del Estero, evaluando el estado poblacional y problemáticas de conservación de toda la comunidad de mamíferos. Con esta oportunidad decidí empezar a trabajar en los bosques chaqueños del norte de Argentina y luego, estando ya allá, y bastante enamorada de la región, comencé a plantearme nuevas preguntas relacionadas a la zona, que hasta ese momento era muy poco conocida. En ese contexto, y luego de unos seis años sumando experiencia en la zona con numerosos estudios más cortos y puntuales, en relación principalmente a mamíferos (yaguareté, puma, zorro, corzuela, oso hormigueros, entre otros), pero también con otras especies como los loros habladores, decidí empezar mi doctorado estudiando a una de las especies en mayor peligro de extinción y menos conocida del bosque chaqueño, que era el yaguareté. De esa manera, en el año 2008 comencé mi doctorado estudiando la ecología poblacional y problemática de conservación del yaguareté, el puma y sus presas en la región chaqueña, y esa siguió siendo mi área y temática de estudio hasta la actualidad. Ya desde el año 2018, con mi ingreso a la carrera de investigador científico de CONICET en el IDEA, de Córdoba, comencé a sumar investigaciones en el chaco cordobés, principalmente a través del desarrollo de las tesis y tesinas de mis alumnas de grado y posgrado, que están realizando estudios muy interesantes en el oeste, centro y norte de Córdoba. Entre esos estudios, algunos de los cuales realizamos en colaboración con otros colegas del IDEA, de la UNC y de otros institutos de investigación del país, estamos trabajando con las comunidades de mamíferos en general y resolviendo algunos interrogantes claves para la conservación de los mismos en Córdoba (como el conflicto con pobladores, el rol de las áreas protegidas en la conservación de los mamíferos, la dispersión de semillas, el efecto de las rutas en los atropellamientos de fauna, entre otros).
Los mamíferos son elementos fundamentales de los ecosistemas, cumpliendo diversos roles, según los grupos taxonómicos y las especies que los conforman. En este grupo se destacan numerosas especies de alto valor de conservación (es decir que están consideradas dentro de alguna categoría de amenaza a sus poblaciones), especies con papeles clave en los ecosistemas, como depredadores tope (ej. yaguareté, puma), ingenieros ecosistémicos (ej. tapir, pecaríes, tatu carreta), especies paraguas (yaguareté, tapir), especies claves, entre otras. Cada una de ellas, con sus distintas características, aportan de manera diferente a mantener el equilibrio de los ecosistemas que habitan, proveyendo, además, servicios ecosistémicos de gran importancia para el resto de la biodiversidad, incluyendo, en esta biodiversidad, a la especie humana. Conocer el estado de sus poblaciones, sus distribuciones, interacciones con otras especies y con el resto del ecosistema, sus funciones como dispersores de semillas, como reguladores poblacionales, las amenazas que las afectan, entre otras temáticas, ayudan a poder conservar estas especies y a poder proponer medidas de manejo de los ecosistemas donde habitan, que favorezcan la supervivencia de las mismas.
Hay numerosos métodos para estudiar estas especies, según el contexto, la pregunta en estudio, la especie misma, la región geográfica, los recursos disponibles, entre otros factores a considerar. En mi caso, en los últimos 20 años, hemos trabajo principalmente con el monitoreo de poblaciones silvestres a través del uso de cámaras trampa, con entrevistas a pobladores rurales, recorridos de búsqueda de rastros (huellas, heces, marcas, etc) y avistajes directos de las especies. También, con ciertas especies de gran valor de conservación (yaguareté, tatú carreta), hemos realizado el monitoreo de individuos mediante el uso de dispositivos GPS o satelitales, para estudiar sus movimientos y su uso del hábitat. Y en los últimos años estamos trabajando fuertemente con monitoreos participativos, incluyendo a los pobladores rurales en la toma de datos y monitoreos de ciertas especies de importancia. Todos estos métodos requieren de gran cantidad de tiempo pasado en el campo, con muchas personas colaborando (estudiantes, técnicos, voluntarios, guardaparques, etc) y muchos recursos logísticos y económicos. De la misma manera, estos estudios requieren luego una buena cantidad de tiempo pasada en gabinete analizando y clasificando datos, y generando informes y publicaciones científicas al respecto, así como comunicando estos resultados a tomadores de decisiones y público en general.
En este momento ya hace más de 20 años que estudio esta especie, junto a todo el ensamble de mamíferos medianos y grandes, en la región chaqueña del norte de Argentina (provincias de Formosa, Chaco y Santiago del Estero principalmente). Trabajar con una especie tan carismática e importante como el yaguareté, tiene muchas facetas, por un lado, brinda algunas facilidades al momento de llamar la atención de los tomadores de decisiones sobre las necesidades de conservación de la misma, así como para sensibilizar a la población humana en general sobre lo valiosa e importante de la especie. Por otro lado, estudiar a una especie con densidades poblacionales tan bajas, ciclos de vida largos, que habita en zonas tan agrestes e inaccesibles, genera una serie de dificultades en la obtención de datos y, por ende, en la obtención rápida de resultados, que en este caso son particularmente urgentes de conseguir,para evitar la extinción de la misma. Al mismo tiempo, el yaguareté es una especie tanto amada, como odiada, por las personas, ya que si bien provoca admiración es todas las culturas en donde se lo conoce, al mismo tiempo, también provoca miedo y rechazo, debido a su fama de peligroso o a su papel como depredador de ganado. Entonces, trabajar con una especie tan hermosa e importante, pero a la vez tan elusiva y conflictiva, ha generado numerosos desafíos y aprendizajes a lo largo de estos años.
"Si tengo que hacer un balance de cómo fue mi experiencia con la especie, ese balance sería extremadamente positivo, ya que no solo es una especie sumamente interesante, imponente y admirable como tal, sino que, sobre todo, es una especie de gran importancia para nuestros ecosistemas, y estudiarla durante todo este tiempo ha sido una experiencia única, maravillosa, desafiante y muy gratificante"
Cuando hablamos de las amenazas hacia medianos y grandes mamíferos, las principales causas de sus declinaciones poblacionales son la cacería directa, la pérdida y fragmentación de su hábitat (tanto por desmontes para agricultura, ganadería o urbanizaciones, como los incendios forestales), los atropellamientos en rutas, la interacción negativa con especies exóticas (tanto silvestres invasoras, como domesticas), el comercio ilegal para mascotismo y colecciones privadas, la creación de grandes autopistas o autovías, entre otras. Estos factores, afectan directa o indirectamente la supervivencia de gran parte de las especies de medianos y grandes mamíferos. Sobre todo, los grandes mamíferos, con grandes requerimientos de territorio, bajas densidades poblacionales y tasas de reproducción bajas, son particularmente afectadas, constituyéndose en especies de alto valor de conservación.
El principal desafío que tenemos como científicos para ayudar a conservar aquellas especies de mamíferos amenazadas de extinción, es lograr que los gobernantes y tomadores de decisiones, escuchen a tiempo los resultados de nuestras investigaciones y lograr que tomen medidas de manejo y conservación de las especies, basadas en esos resultados, antes de que sigamos perdiendo especies y disminuyendo poblaciones. Si bien aún falta mucha información para generar y las investigaciones y monitoreos deben ser permanentes y sostenidas en el tiempo, lo cierto es que ya se cuenta con bastante información de base sobre cuales son las principales amenazas a sus poblaciones, sobre la cual se podría ir trabajando. Lo que se necesita es que los gobernantes tomen decisiones de manejo de los ecosistemas basadas no solo en cuestiones económicas, sino también en cuestiones relacionadas con la conservación de la biodiversidad. Lograr que la gente entienda que conservar las especies y sus hábitats no es algo ajeno a sus realidades, sino que es algo que los interpela directamente en sus vidas diarias y en cuanto a los recursos que cotidianamente todos utilizamos en nuestras vidas diarias para vivir (tanto en las ciudades, como en el campo) es el otro gran desafío para lograr frenar la extinción de nuestras especies y la destrucción de los ecosistemas donde todos habitamos. Hace falta volver a restablecer el vínculo entre los territorios y las personas, para que la conservación de los ecosistemas vuelva a ser una prioridad irrefutable. En este momento, frenar el avance de la frontera agrícola ganadera sobre los ecosistemas, reemplazando los métodos de producción actuales por métodos sustentables de producción y manejo de los recursos, es clave y urgente. Los pérdida de hábitat por desmontes, la fragmentación de ese hábitat, los incendios forestales y la cacería de fauna silvestre, entre otras amenazas, deben frenarse cuanto antes, si queremos frenar la inminente extinción de numerosas especies y el deterioro irreversible de los ecosistemas (con el siguiente deterioro del clima, de la calidad de agua, del aire, entre otros problemas ambientales ya palpables).
* Verónica A. Quiroga, Bióloga y Doctora en Ciencias Biológicas, Investigadora del CONICET. La Dra. Quiroga trabaja en el Centro de Zoología Aplicada (CZA), de la FCEFyN, UNC. Además es directora del Grupo de Ecología y Conservación de Mamíferos del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA) del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).