Por Dr. Julio M. Bruna Novillo
El reciente informe del Banco Mundial (World Bank Report 2020) estima que se requieren más de tres mil millones de toneladas de minerales en total para satisfacer las demandas de producción y almacenamiento de energía para cumplir con el objetivo más aceptado en el Acuerdo Climático de Paris en 2015, que es el de limitar el aumento de las temperaturas globales a 1,5 grados o 2 grados como máximo (2DS) para 2050. Significativo incluso en términos absolutos, esto representa un aumento en la demanda de hasta casi el 500% de algunos minerales de los niveles actuales, como el litio, el grafito y el cobalto, que se utilizan en tecnologías de almacenamiento de energía.
Hoy se está produciendo una transición energética que depende de un sistema de energía impulsado por tecnologías de energía limpia que necesita mucho más minerales y que rediseñará drásticamente el mercado mundial de energía y minerales, con consecuencias económicas, ambientales, sociales y geopolíticas.
Como sabemos, la economía circular y la mitigación del cambio climático están intrínsecamente vinculadas. Si bien, una mayor circularidad reducirá las emisiones, también es fundamental garantizar que la red de energía renovable en rápida expansión se diseñe, instale, despliegue e implemente utilizando principios regenerativos ayudando a la transición.
Para ello, existe una serie de componentes para sistemas de energía renovable que requieren una variedad de insumos minerales, que incluyen la captura, el almacenamiento y la eficiencia energética. Por ejemplo, un vehículo eléctrico depende actualmente del litio, níquel, cobalto, manganeso y grafito (baterías de iones de litio) y además requiere entre 5 y 6 veces más cobre que uno convencional; elementos de tierras raras para aerogeneradores y motores de vehículos eléctricos; cobre, silicio y plata para energía solar fotovoltaica; los molinos eólicos también requieren más cobre que las centrales térmicas convencionales; cobre y aluminio para redes eléctricas; y la mayor parte de los componentes de las computadoras, teléfonos inteligentes y demás dispositivos electrónicos demandan no solo litio y cobre, sino también minerales como oro y plata, entre muchos otros, es decir se crean gracias a una amplia variedad de elementos químicos obtenidos por medio de la industria minera.
Latinoamérica mantiene una posición estratégica de acuerdo con sus ventajas comparativas en cuanto a su potencial geológico y una posición de privilegio en el mercado mundial; y Argentina cuenta con los recursos para convertirse en un jugador relevante a nivel mundial aportando en esta transición sostenible y sustentable.
El proceso productivo de la minería cuenta con una serie de particularidades que lo distinguen de otras actividades económicas. Los proyectos de inversión en el sector están caracterizados por su alto riesgo económico, los grandes volúmenes de inversión involucrados y los prolongados plazos de recupero del capital invertido. Sin embargo, la cadena de valor de la minería en Argentina impacta en la contribución de un sector económico al Producto Bruto Interno (PBI minero) y se mide a partir de su Valor Agregado. También, genera empleos directos e indirectos, aporte de divisas, y aporte fiscal y no fiscal mediante los impuestos nacionales, provinciales y municipales.
La articulación de la minería en la Argentina para el desarrollo de proyectos, cuenta con diversos sectores que componen los grupos de interés, siendo los pilares donde se soportan; la promoción y regulación gubernamental (nación y provincias) y el apoyo de Instituciones científicos-técnicas públicas y privadas.
En resumen, los gobiernos, los inversores, los productores de minerales, las empresas, el sector científico-académico y los usuarios finales de la sociedad civil tienen un papel que desempeñar, generando un ecosistema robusto de innovación, como parte de una respuesta integral al cambio en la combinación de energía y la disponibilidad de recursos de minerales.
La Universidad Nacional de Córdoba a través de la FCEFyN, forman y capacitan estudiantes y profesionales con pensamiento crítico, iniciativa, vocación científica y responsabilidad moral, que aportan a esta transición energética mundial hacia la sostenibilidad ambiental y la digitalización a través de diferentes carreras de Grado (Geología, Biología, Agrimensura e Ingenierías), Posgrados (Doctorados), Secretaría de Asuntos Estudiantiles, Secretaría de Extensión, Secretaría de la Comunidad Graduada y la Secretaría de Tecnología y Educación Virtual.