Autor: Eleuterio de la Sorna
La condensación de las nubes
en una mañana de julio,
golpean más fuerte la cabeza
que el martillo al cincel.
También lo hacen más fuerte
el flash de una cámara o
la mirada de estudiantes
pensándose, viéndose,
como una obra inconclusa que termina
apilada en la basura, porque antes
de acabarse se erosiona,
el artista.
No se trata de fuerza bruta,
sino de delicadeza:
materia gris sobre músculo,
piel sobre piedra,
ojos en silencio, pero atentos
al detalle inacabado
de la existencia.