Autora: Micaela Flores Figueroa
Escucho un tímido llanto a lo lejos. Camino sigilosamente por el pasillo
hasta la última habitación. Allí lo veo, sosteniendo con las dos manos una
carta, intentando contener las lágrimas. Su cara roja, el ceño fruncido, los
ojos rebalsados. Una lágrima se asoma y recorre su mejilla izquierda. En el
límite de su rostro la gota se detiene. Va creciendo y se tambalea, ya va a
caer y no se cae, todavía no se cae. Con ayuda de otras gotas pierde el
control y cae sobre el papel, fundiéndose en un abrazo eterno con las
palabras. Palabras de aquella carta que desataron la emoción.