Por Juan Manuel Rodriguez - Director del Centro de Ecología y Recursos Naturales Renovables (CERNAR)
En el año 1995 se sancionó la ley N° 24.605 que declaró el 27 de septiembre de cada año como el “Día Nacional de la Conciencia Ambiental” en memoria de las personas fallecidas como consecuencia del escape de gas cianhídrico ocurrido en la ciudad de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, el 27 de setiembre de 1993. Ese día, el responsable de un depósito de residuos industriales arrojó líquidos a la red cloacal domiciliaria en la cual se generó el gas venenoso que salió por las rejillas de un hogar. Fallecieron los cuatro miembros de la familia presentes y tres trabajadores de la salud que llegaron a auxiliar a las víctimas.
A partir de esta ley se debe recordar en los establecimientos educativos primarios y secundarios, los derechos y deberes relacionados con el ambiente mencionados en la Constitución Nacional. En este marco el artículo 41 de la carta magna establece el derecho a un ambiente sano y al desarrollo sustentable. Además, compromete a las autoridades a proveer a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales.
Esta efeméride nos permite reflexionar sobre el vínculo de la sociedad con la naturaleza de la cual forma parte y depende para su supervivencia. Además, es una nueva oportunidad para interpelar y comprometer a toda la comunidad con las tareas del cuidado colectivo.
En las instituciones educativas, esta tarea de concienciación ambiental debe transitar desde la información a la sensibilización y participación activa para lograr una verdadera transformación. Un cambio en nuestra relación con la naturaleza debe redundar en un compromiso ético y político para con el planeta y nuestra propia realidad.